viernes, diciembre 31, 2021

Volver al pituto

Cierro 2021 con algo curioso: después de lograr trabajar más de un año seguido en el mismo lugar (desde mi casa por pandemia, sin tener que salir a una oficina, con los horarios a mi pinta y eso) decidí aceptar un par de pegas paralelas. Lo que se llama pitutear, en chileno. Y es que después de 3 años de precariedad laboral y cesantía semi permanente, estoy aceptando cualquier cosa extra. Todo pa´dentro nomás, nunca se sabe cuando vuelvan las vacas flacas. Si me da el tiempo y puedo hacerlo, a darle nomás, ya dormiré cuando me muera(?)

La cosa es que dos buenos amigos que conocí en mi primera época de e-learning me invitaron a trabajar sus proyectos. Es complicado trabajar con los amigos (de hecho hay un dicho "no trabajar nunca con amigos o familiares") porque da pie a relajo o a situaciones poco formales y siempre una de las partes queda disconforme. Nada de eso pasó. Debo decir que en ambos casos fue bacán: todo muy profesional, muy formal, muy bien especificado: lo que se requería, lo que estaba bien, lo que había que corregir o cambiar, mucha comprensión y buena disposición (porque se entendía que todos estábamos haciendo otras cosas). Al contrario de lo que pudiera pensarse, no me lo tomé a relajo, le puse mucho empeño para que todo resultara bien, porque si a ellos (y a sus superiores) les gusta y quedan contentos con mi trabajo, me llamarán de nuevo y puedo seguir haciendo otras cosas. En vez de hacerlo al lote, a la rápida, casi por cumplir, quise demostrarles que hicieron bien en contar conmigo, que cuando hay que trabajar se trabaja y no los iba a dejar mal.

Siento que fue una experiencia súper buena, me dejó muy contento cumplirles, en lo requerido, en los plazos, y en lo que pude proponer. Me quedo más que satisfecho sabiendo que en cualquier minuto me podrán ubicar para nuevos proyectos, o que me pueden recomendar a otra gente, no porque sea un conocido sino porque lo hago bien.

Como dije al principio, cierro el 2021 con la alegría del deber cumplido.

lunes, junio 14, 2021

Mr. Robot (2015-2019)

La semana pasada pagué una deuda televisiva: terminé Mr. Robot. Qué tremendo pedazo de serie. De solo pensar en los últimos capítulos me baja la ansiedad, es impresionante.

Una de las (tantas) gracias de la serie es que es muy verosímil, todo se trata de forma muy realista, de cómo sería un ataqué cibernético verdadero (y sus consecuencias sociales); pero desde la 3ra. temporada insinúa que va a tomar un giro fantástico/sci-fi medio gratuito (que choca contra la esencia de su propuesta, y le da un elemento de tensión permanente), que aumenta en cada episodio, y que lo mantiene a uno cautivo y expectante hasta el final. Uno está todo el tiempo con la sensación de que va a "guatear", que se va a ir a la cresta, pero no, se las arregla para seguir hasta el último.

El final es un tema aparte; es raro encontrar una serie que termine "bien", "redonda", sin cabos sueltos o tramas sin explicar. Acá pareciera que la serie termina 3 capítulos antes, pero justamente esos 3 capítulos "que sobran" son los que la hacen inolvidable. El espectador cree que ya está todo hecho, y de golpe seguimos y seguimos, para darnos cuenta que el final no era el auténtico final, que la serie se trataba de otra cosa, de algo más grande, de algo invisible y al mismo tiempo a la vista desde el 1er capítulo, trabajado con una suavidad y delicadeza que no se puede creer.

Espectacular técnicamente, visualmente bien trabajada, con muchos guiños a cosas que conocemos, capítulos especiales con un uso especial de los recursos (hay un episodio que es todo un plano secuencia, sin cortes; hay otro que es mudo, con sólo 2 líneas de diálogo en 45 min, etc.) y con el vértigo permanente que se va a descarrilar y convertir en otra "Lost", logra salir airosa de manera silente, sin estridencias pero con la satisfacción de haber llegado a su destino de la mejor manera y de haber contado la historia que realmente quería contar y no la que parecía.


martes, agosto 18, 2020

Agosto

Agosto es un mes extraño. Oscuro, frío y lluvioso la mayoría de las veces. Es como el jueves de los meses, a nadie le gusta porque están todos esperando que llegue septiembre, que en este país significa primavera, sol, calorcito, feriado y días de hueveo.

Como ocurre desde hace unos años, este mes me ha pillado con una sensación distinta, me pone particularmente sensible y melancólico, y no tiene relación exclusiva con ser el mes en el que nací. Obvio que para mí es especial, pero además son muchos los eventos importantes de mi vida que han ocurrido en agosto. El 27 fue el día que la conocí, que la ví por primera vez, alguien que yo amé y que me quiso, alguien tan especial que quise casarme con ella; y lo hicimos, en un evento muy feliz, lleno de amigos, familia y comida, un 9 de agosto. El 14 de agosto renuncié a un trabajo que me gustaba y en el que hice muchos amigos, para comenzar un nuevo proyecto, lleno de nervios e incertidumbre, el 20 de agosto. Un compañero de colegio cumple años el 14, otro el 18, otro el 25 y otro el 27, y a todos los recuerdo, pese a que nos los veo hace años y que probablemente no los vuelva a ver.

Facebook se encarga de recordarme cada una de estas experiencias. Inevitablemente hago un recuento, veo lo bueno, lo malo, lo que quisiera olvidar y lo que me gustaría repetir. Pese a que me veo levemente más joven y no represento la edad que tengo, yo sé cuántos años son. Y no son pocos, ha corrido harta agua bajo el puente. Todas esas imágenes, lugares, caras, nombres y sensaciones se aparecen de golpe este mes.

Agosto, mes de los gatos, mes del corazón, mes de la montaña. Mes de todo y de nada al mismo tiempo. Es el mes en el que comienzo un nuevo año de vida, mi 31 de diciembre a escala personal, en el que uno espera una pequeña ayudita del universo, no cagarla tanto y que las cosas salgan bien.

Este agosto es especial porque inicio una nueva aventura laboral. Me sorprende ansioso, nervioso y esperanzado, sintiendo que puede ser el punto de partida de algo bueno, y principalmente, duradero. Que no sea un espejismo.

 Espero lograr nuevos recuerdos positivos para los agosto del futuro.

miércoles, junio 10, 2020

Todavía duele

Puedo confirmar que, después de 1461 días, todavía duele. Duele mucho.


Siempre se dice que el tiempo curas las heridas y que sólo "hay que darle tiempo al tiempo". Puede que sea así. Ya no es un estado permanente, no es algo que tenga siempre. Pero hay momentos en que la realidad golpea fuerte y quedo mal un buen rato. Eventos que parecen un sueño, que nunca ocurrieron. Preguntas que nunca tendrán respuesta. Conversaciones con el aire, esperando una reacción que no va a llegar. Risas. Lugares. Películas. Personas. Conciertos. Programas de TV. Comidas. Canciones.


Se hace difícil de llevar, los tiempos actuales no colaboran: pandemia, cesantía, recesión económica, incertidumbre, agitación social, pesimismo generalizado. Un futuro negro por venir.


No veo que vuelva a ser el de antes. Acompañado. Apoyado. Motivado. Pleno. Feliz.


Siempre pensé que esto era un peso que debía cargar el resto de mi vida, que lo voy a lamentar hasta que la memoria me lo permita. Y hasta ahora así es.


Duele el desprecio, el ninguneo, la indiferencia, pero lo merezco. Mi mayor fracaso, un cagazo gigante que no puedo solucionar. Sólo aprender a vivir con esto.


No es un estado permanente, son momentos específicos. Pero duele. Duele mucho.




domingo, enero 26, 2020

#RIPKobeBryant

Yo te vi jugar. Yo te vi ganar. Yo te vi siendo un grande, digno sucesor de Jordan, de Magic Johnson y de tantos otros que nos deslumbraron en los 90. Compañero de Shaq y artífice de los campeonatos del 2009 y 2010. Un símbolo de los Lakers. El último representante de una era dorada del básket. El gran Kobe Bryant, Black Mamba, el 8, el 24, el último gran crack.


Así se te va a recordar, como una leyenda.

Un gusto haberte visto jugar.


jueves, marzo 14, 2019

¿Realmente, vale la pena todo esto?

Llevo más de un mes y medio trabajando, pero no se siente como algo real: me hicieron el contrato inicial de tres meses, onda a prueba, y si les gusto seguiré. Lo más probable es que no quede. Por eso mismo no me gusta contar a mis amigos y conocidos que estoy con pega: mientras no firme nada a largo plazo (mínimo un año) no lo considero como algo estable. Ya el año pasado tuve una experiencia similar, en una agencia que sí me gustaba, incluso ganaba menos plata, pero el ambiente era mejor y creo que fue positivo. En cambio, siento que entré mal acá (si, estoy escribiendo desde la oficina, un jueves a las 11:30 de la mañana, sin mucho qué hacer).

En el posteo anterior comenté que me sentía rarísimo, rodeado por tanta juventud, gente con tatuajes, pelos de colores, que viste animal print y que anda en scooter eléctrico. Estos días he logrado interactuar más y de a poco me voy soltando socialmente. Lo que me tiene mal es lo que hago, el trabajo en sí. Es muy aburrido. Enfermo de latero. Súper fome. Hay largo rato en el día en que no hago nada. De hecho, estoy escribiendo esto para que me vean que hago algo, es la única razón por la que estoy cargando nuevas entradas en el blog. Si tuviera otros programas en el computador me dedicaría a retocar fotos, aprender trucos HTML para sitios web, descargar imágenes para fondos de pantalla y cosas así. Pero acá no tengo niuna cuestión. Por primera vez en mi vida me cuestiono mucho si vale la pena perder casi 10 horas de cada día de mi vida en esto. Fuera de broma, me he visto en el baño mirándome al espejo, preguntándome cuánto más podré aguantar o por qué estoy acá. Trato de pensar positivo y asimilar que dentro de todo soy afortunado: no hago gran esfuerzo, no mataré a nadie, y para lo que hago el sueldo es bueno, pero no hay caso, no me gusta, siento que no me aporta nada. Respiro. Me miro a los ojos de nuevo para darme fuerza. No puede ser que la vida adulta se reduzca a esto.

Siempre he dicho que para que un trabajo me guste se deben cumplir 3 condiciones: 1.- súper obvia, pero en Chile no siempre se da: que te cumplan lo ofrecido. Si te ofrecen 600, que sean 600 y no 597. Si te dicen que pagan el 25, que sea el 25. 2.- que lo que haga sea motivante, entretenido. Que sienta que aporto, que mi punto de vista es importante y que hace la diferencia. Porque si no, ¿para qué? Y 3.- la gente: estar rodeado de gente buena, amable, con buen ánimo y disposición, de la que puedas aprender, lo que sea, cosas técnicas o experiencias de vida. Que exista un buen clima que a uno lo haga sentir cómodo, como si estuviera en casa. De eso se trata, no? Si al final uno pasa más tiempo en el trabajo que en la casa. Es importante sentirse acogido, que uno quiera estar ahí, que no sea un castigo o una tortura (ya es suficiente con tener que levantarse temprano). En este caso puntual, se cumple el 1 (a pesar de cierta informalidad en los procedimientos; hay casos de compañeros que aún no firman nada, a pesar de llevar más de 6 meses, pero mientras sigan pagando el sueldo está bien), estoy trabajando en el 3 (ya converso más con el resto, me he aprendido los nombres y ya me metieron a un grupo de Whatsapp, supongo que es un logro) pero el punto 2 lo veo difícil, es lo que me tiene conflictuado. Se suma el hecho de que soy el único que hace mi pega específica. Los redactores son varios, los diseñadores son muchos, hay varias ejecutivas de cuenta… pero yo estoy solo, el único wn que hace lo que hago. Extraño tener un compañero, alguien con quien conversar, comentar el día a día, del que puedas aprender, que te eche una mano cuando algo no te resulta.

En fin, trato de no darle muchas vueltas al asunto. Lo importante es cumplir el día, y echarle pa´delante nomás. Al término de los 3 meses se verá si sigo o no. Si me quedo, a hacerlo lo mejor posible, minimizando los errores (que los he tenido, hay que ser honesto). Mientras no tenga algo mejor, en términos de sueldo o estabilidad, la misión es aguantar. Aunque cueste (y p´ta que cuesta). Y si no sigo, a tomarlo como una oportunidad. Ya habrá algo que hacer en lo que sea bueno y me motive de verdad. Y si no, pucha… habrá que inventarlo.

martes, febrero 19, 2019

Unfrozen Caveman Lawyer

El Unfrozen Caveman Lawyer es un personaje clásico de un sketch del “Saturday Night Live” de principios de los 90s. Como su nombre indica, trata acerca de un cavernícola - magistralmente interpretado por el difunto Phil Hartman - que es descongelado en la época actual y trabaja como abogado defensor (el que representa a sus clientes en la corte). En los juicios, cuando debe exponer y presentar los casos justifica que no entiende muchas cosas de la vida moderna, porque “es sólo un cavernícola”.



¿Qué tengo que ver con este personaje? Pues que desde hace un tiempo me siento como si yo fuera el Unfrozen Caveman Lawyer. Llevo casi un mes trabajando en una agencia de comunicación digital, y como nunca, me ha costado “enganchar”: no tengo amigos, ni compañeros cercanos y tampoco he participado en actividades grupales o algo parecido (recién la semana pasada me invitaron a tomar algo después del trabajo, pero no me convenció demasiado… mala mía). Ojalá no se preste a confusión: no me han tratado mal, pero me siento fuera de lugar entre tanta juventud: mucho tatuaje, mucho pelo de color, mucho tazón de unicornio, mucha barba hipster, mucho “hoy trabajo desde mi casa”, sin mayor trámite. Se suma que, por primera vez en mucho tiempo, no tengo un compañero directo, alguien que trabaje a la par mío y al que pueda recurrir en caso de dudas o consultas, que me enseñe trucos de software o con el que simplemente pueda conversar del partido del fin de semana.


El tipo de cosas que debo enfrentar cada día


Me siento extraño e incómodo, permanentemente cuestionado, tratando de hacer bien un trabajo que es aburridísimo y sin mayor sentido, y al mismo tiempo, peleando por encajar en este nuevo mundo dominado las redes sociales, los medios digitales y la vida online. Cada día se hace eterno, y “lucho” internamente para aguantar y prolongar mi presencia en la agencia, sabiendo que la situación laboral está más difícil que nunca: vengo de una cesantía de casi 7 meses, la segunda racha más larga en los últimos 2 años (!!!), y no quiero que se repita en un buen tiempo. Pienso en mi mamá, en mi tata materno, en los sacrificios que han hecho tantos en mi familia, me armo de ánimo y trato de poner mi mayor voluntad y entusiasmo, pero se hace muy difícil.


Lamentablemente, no hay vuelta atrás. La vida en la era digital es así, los cambios son cada vez más rápidos, bruscos y radicales, y debo aprender a vivir plenamente en este siglo.


Como dice Keyrock, el Unfrozen Caveman Lawyer, "este mundo moderno me asusta y me confunde".